Expertas explican que a veces los padres reaccionan en forma exagerada ante estos enamoramientos infantiles
Sicólogas aconsejan cómo enfrentar los primeros amores de los hijos
Dejar de lado las burlas, tomarlo como algo similar a una amistad y no vigilarlos en extremo son algunas de las recomendaciones para acompañar a los niños en esta etapa en que se construyen las primeras relaciones fuera del ámbito familiar.
Aída Worthington
Fecha edición: 14-02-2006
Eduardo es padre de cuatro niñas. La segunda, Natalia (10), está enamorada. "Le gusta un compañero", cuenta su papá, lo que ha significado que ella viva suspirando, pase el día rayando cuadernos con corazones y que una vez haya protagonizado una persecución: "Ibamos en el auto y me dijo '¡ahí va, síguelo!', y tuve que ir tras el bus escolar, con todas las vueltas que estos ve-hículos se dan, hasta la casa del niño", recuerda Eduardo.
Amores sufridos y padres angustiados por esta situación son comunes en la pubertad. "En esta etapa hay una serie de cambios, tanto fisiológicos como de maduración, hay un despertar de la sexualidad muy inicial", explica la sicóloga infanto-juvenil y docente de la U. del Desarrollo, Lorena Ascanio.
No espiar
En cuanto a los padres, no es bueno jugar con la situación, ni dramatizarla, agrega Ximena Santa Cruz, sicóloga y terapeuta familiar. Los adultos suelen incurrir en errores, explica, como comentar entre sí lo que los niños les han contado o vigilarlos en extremo por temor a una relación sexual. "Las mamás se angustian, porque esta es la primera señal de que sus niñas van a entrar a la adolescencia, con todos los temores que esto les genera", acota Lorena Ascanio. Estos primeros amores, no obstante, son bastante más inocentes de lo que los adultos creen (ver recuadro).
No reírse
Muchas veces los papás, cuando se enteran de que a sus hijos les gusta alguien o están pololeando, se burlan. "Cuando están con más gente, cuentan esto como una 'chochera', pero por otro lado lo toman como un juego, tratando de bajarle el perfil a algo que implica asumir que se está más viejo y que se está perdiendo el control sobre la vida del hijo", indica Ximena Santa Cruz.
El problema es que si se ríen de los hijos, lo más probable es que consigan que el niño o niña no cuente nunca más nada sobre su vida afectiva, ni pida ayuda cuando realmente la necesite.
Contar historias propias
Ximena Santa Cruz añade que es "bueno que los padres comenten en la mesa, con naturalidad, lo bueno que son los romances o que cuenten sus historias cuando eran jóvenes, que asuman esto como algo normal, para que los niños sientan que no los vigilan ni los avergüenzan".
En el caso de que el hijo esté pasando una pena de amor, lo recomendable es no tomarlo a la ligera, pero tampoco como el fin del mundo. "Es importante la capacidad de la mamá de contarle sus propias experiencias, de que le cuente que ella también se sintió atraída por personas que no la correspondieron", como sucede con alguien de más edad, aconseja Lorena Ascanio.
Guiar conversaciones
Otra cosa que no se debe hacer es, apenas se descubre que empezaron a pololear, hablarles de sexualidad o darles advertencias. "Hay que tomarlo como algo un poco más que amistad, no más que eso", sugiere Ximena Santa Cruz.
Por otra parte, "la conversación hay que ir guiándola. En un principio orientarla hacia lo que experimenta la niña o el niño, qué siente y cómo, pero en la línea de lo afectivo", señala Lorena Ascanio. Si bien puede ser una buena oportunidad para hablar del tema de la sexualidad, es mejor esperar a que ellos sean quienes pregunten: instalar el tema puede ser sentido como una invasión, ya que a esta edad predomina en los menores, antes que el erotismo, una sensación de ternura y romanticismo.
La importancia de respetarlos
Etapa del desarrollo Lo erótico no es lo que predomina
Los primeros amores, sean o no correspondidos, son clave en el crecimiento de los niños. “Es una de las primeras manifestaciones de que avanza su desarrollo emocional, con el establecimiento de vínculos amorosos fuera del contexto de la familia”, indica la sicóloga y docente de la U. del Desarrollo, Lorena Ascanio. Esto quiere decir, agrega la terapeuta familiar Ximena Santa Cruz, que se trata de “un paso a la independencia emocional”.
En cuanto al temor de los papás por el despertar sexual, en esta etapa lo que predomina no es lo erótico. “Ellas están en el romanticismo, en tener fantasías con la persona que tienen bastante poco de sexual”, describe Lorena Ascanio. Añade que es un amor bastante idealizado, cosa que se nota más en las niñas: “Piensan todo el día en el chico que les gusta, tienen la sensación de verlo en todas partes, casi no comen, hablan todo el día de él. Si él les habló, recuerdan todo lo que dijeron, guardan las cosas que les ha dado y está todo cargado de mucha emoción. Atesoran cosas y las toman como señales de correspondencia, cuando en realidad no lo son”, explica.
Por esto es bueno que los padres escuchen a sus hijas y las ayuden a discernir sobre lo que se les presenta y las posibilidades reales que tienen de que la persona les corresponda, concluye la docente de la U. del Desarrollo.
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