DÉFICIT DE ATENCIÓN CON HIPERACTIVIDAD. QUÉ ES, QUÉ NO ES, Y
CÓMO ACTUAR
Bienaventurados los padres con hijos tranquilos, porque
ellos no leerán artículos como este. Ni sabrán lo que es que tu hijo te estrese
cada cinco minutos, y si por casualidad, alguno de ellos intenta convencerte de
que si, de que su niño también le da mucha guerra, entonces, un consejo: déjale
un fin de semana al tuyo, para que sepa lo que es la hiperactividad pero bien.
Chicos "movidos", inquietos y rebeldes han habido
entre nosotros desde el principio de los tiempos, pero ahora los médicos han
detectados que, entre ellos, algunos tienen problemas más serios a los que les
conviene una determinada terapia, y, en algunos casos, incluso medicación.
Es el llamado Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH), que para muchos médicos y psiquiatras, es el
"síndrome de moda", ya que, si no nos lo explican bien, corremos el
riesgo de alarmarnos en cuanto a nuestro pequeño le de por hacerse un poco el
despistado cuando le pedimos que arregle el cuarto.
¿Qué es el TDAH?
El TDAH es el síndrome que tiene ese niño que no se puede
concentrar, no porque no esté motivado para ello, si no porque tiene
dificultades psíquicas ante las cuales la motivación se queda pequeña. Está en
clase y atiende al profesor, pero mientras muerde el lápiz, oye un ruido detrás
suyo, mira al de al lado, atiende al de detrás... y todo en cuestión de
segundos, da igual que le guste la asignatura o no.
Algunos adultos son capaces de trabajar con el ordenador
mientras hablan. Otros no. Estos niños lo que no son, es capaces de hacer la
misma cosa durante cierto tiempo. Esther Arribas, psicóloga del Colegio Paraíso
de Madrid, lo explica así: "Cuando queremos hacer algo, nos concentramos,
es decir, reprimimos nuestras conductas espontáneas, dejamos de responder a los
estímulos que nos rodean para fijarnos solo en esa cosa que queremos hacer. Si
queremos leer y está la tele encendida, dejamos de prestarle atención, nos
concentramos. Sin ese autocontrol de la atención, nos sería muy complicado
hacer cualquier cosa, y ese es el problema que tienen estos chicos. Como dice
Barkley*, es un problema de la conducta, de que son menos capaces de auto
controlar su atención".
Si andamos solos por una plaza llena de gente, miraremos
despistadamente aquí y allá, el murmullo de los demás. Pero si nos encontramos
a un amigo, automáticamente dejamos de prestarle atención a lo que dicen los
demás para que nuestros sentidos se concentren en la conversación con nuestro
amigo. Ese "aislarnos" un poco de todos los demás sonidos, luces o
voces, ese dejarles de prestar la atención para dársela a algo concreto, es lo
que les cuesta a los niños con TDAH. Su mente le hace estar atento a todos los
estímulos, colores, ruidos... todo lo que le rodea llama su atención, y así es
imposible concentrarse.
Pero aunque este problema lo tengan entre un 5 y un 10% de
los niños, hay que tener bien claro que los niños, todos los niños, por
definición, son algo distraídos y muy activos para lo que estamos acostumbrados
nosotros, los del mundo adulto. Por eso, saber dónde está el punto, a partir de
qué momento lo que es normal se hace un problema, es tarea bien complicada para
la que solo están preparados pediatras, neurólogos, psicopedagogos, y, en
algunos casos, profesores que conozcan bien este trastorno.
Si sospechas que tu hijo puede tener este problema, acude a
ellos, pues estos profesionales están acostumbrados a tratar con nuestros niños
y con otros doscientos, así que, independientemente de las pruebas y teste que
se hacen en estos casos, ellos sabrán discernir si nuestro hijo se distrae más
que los demás o no.
"Al niño con hiperactividad se le detecta muy
fácilmente: es el que viene a la consulta y no se sienta, te empieza a revolver
todos los bolis, a preguntarte por los pósters, a desordenarlo todo..."
comenta medio en broma, medio en serio un psicólogo especializado en estos
asuntos.
Para detectar el TDAH...
La primera distinción que nos va a hacer un profesional en
el tema, es que, el que es hiperactivo y distraído, lo es todo el tiempo, sin
excepción.
Otros síntomas son:
- no escucha cuando le hablas, ni espera su turno para
responder
- evita o le cuesta mucho todo aquello que le suponga
concentrar su mente en una sola cosa (la tele, los juegos de mesa, dibujar,
hacer pasatiempos...)
- puede tener dificultades a la hora de hablar
- tiene problemas con las reglas, quiere reinventarlas siempre
porque no se acuerda muy bien de cómo eran antes
- le cuesta seguir al profesor, llevar al día los deberes,
acordarse de las tareas de clase... es frecuente que pierda cosas necesarias,
como las llaves, el estuche, un libro...
Hay que tener en cuenta que, aunque la hiperactividad y el
déficit de atención aparecen normalmente juntos, también hay casos en los que
el niño es muy despistado pero no tiene el acelerón del hiperactivo (y, por
tanto, no interrumpe al hablar, ni se levanta constantemente ...)
El porqué algunos niños tienen estas dificultades, no está
muy claro. Pudo ser un problema en los genes, o de cómo estos luego fueron
"creciendo" hasta formar a nuestro cachorro. Lo que sí está claro es
que los padres no somos la causa del problema, pero sí que está en nuestras
manos solucionarlo. Para ello es preciso una paciencia a prueba de niños, y
ciertas astucias. Veamos cuales.
Cómo actuar ante un niño con TDAH
El diagnóstico de un TDAH lo hará un neurólogo, precia
visita al pediatra. Entre los dos nos "recetarán" un programa
específico, ajustado al caso y las circunstancias de nuestro hijo. Este
programa supone un auténtico "entrenamiento" de los padres, quienes,
a partir de ahora y por el bien de nuestro hijo, trataremos de que entienda y
vea cómo cambiar su actitud, algo para la que nos vendrán bien unas cuantas
clases de psicología.
En ese programa deberíamos implicar también a su profesor y
a todos los que rodean al niño y puedan echarnos una mano. Todos los que le
vemos, podemos hacer y decirle cosas que le ayuden a mejorar.
Nosotros, a nivel general os recomendamos plantearos las
siguientes pautas:
· Conviene elaborar un programa completo. Aquí de lo que se
trata es de cambiar la conducta de nuestro hijo, una conducta general, que no
la tiene con una sola cosa, como olvidarse de la hora. Por eso hay que:
a) observarle y hacer una lista de conductas problemáticas
b) ordenar esas conductas contra las que luchamos teniendo
en cuenta cuales son las prioridades y dónde podemos conseguir avances antes.
La idea es anticiparse al conflicto. Vale que el niño sea un
incordio, pero es un incordio hasta cierto punto previsible. Aunque nos
gustaría creer que no va a ocurrir, a poco que pensemos, podemos prever en qué
situaciones van a haber problemas. Anticipar nuestra reacción nos permitirá...
Como siempre, mantener una reglas claras, comprensibles,
pero inflexibles. Amárrale cinco minutos para explicarle las normas, que las
entienda, y sobre eso, no se negocia NUNCA. Su norte, el sentido de sus pasos
en esta vida, se lo dan los límites que le pongas. Sin ellos, la veleta gira
sin saber donde parar. Aunque no lo veas, si cedes, le derrumbas.
Normas firmes pero, para incentivar la conducta que queremos
en él, más premios y menos castigos. Es su naturaleza la que le lleva a
distraerse y ser hiperactivo, por eso, si hacemos mucho peso en el castigo, al
final se frustrará. Recuerda que tu hijo no siempre sabe controlarse, no es
cuestión de que no le de la gana, de que le guste complicarnos la existencia,
es que, sencillamente, no está preparado para actuar de otra forma. Y eso
preparación lleva tiempo. Por eso...
Ser pacientes. "Tener un niño hiperactivo es
histerizante, y eso te hace perder el Norte", reconoce María, sufrida
madre de uno de estos chicos. Cuando notéis que el problema os está agobiando
mucho, intentar tomaros un fin de semana para respirar y recuperar la
perspectiva, no solo para repasar la situación tranquilamente, es que, ante
todo...
El problema no puede ser el centro de nuestras vidas. Ser
despistado e hiperactivo, es, efectivamente, una dificultad que hace que la
convivencia con la persona que tiene TDAH sea "un poco" más difícil,
que le cueste un poco más hacer amigos, o ir bien en clase... pero eso no le
condena. Hoy hay entre nosotros muchos adultos así, mucha gente que ni sabe que
tiene este síndrome, porque han aprendido ha convivir con él y porque esto
antes no se diagnosticaba. Y esa gente llega igual a tener su trabajo y su
familia. "Muchos padres llegan y te dicen, doctor, no se preocupe, si yo
era como él de pequeño, pero luego me he ido arreglando", cuenta Juan
Torres, psicólogo.
De lo que se trata es de ayudarle a que tenga más
posibilidades, entrenar su atención, que para la vida puede ser una herramienta
tan útil como el sentido del humor, o el propio cuerpo: hay que estar sano, y
ser gracioso, pero se puede ser feliz aun teniendo retrasos en esos aspectos de
la vida. Hasta ahora, y pese a las pretensiones de muchos, no se han dado casos
de personas a las que encierren por charlatanes.
· Para esto último y para lo anterior, son muy beneficiosas
las actividades que hagamos juntos al aire libre, en contacto con la
naturaleza. Eso crea una dinámica muy positiva, no solo porque nosotros nos
liberamos un poco de las tensiones, es que además, como acaban de demostrar
científicos de la Universidad de Illinois, con actividades en el campo y en el
bosque, se consiguen avances tanto en niños de ciudad como de campo. La llaman
la "terapia verde" y, se supone que el progreso puede deberse a que,
en el campo, son muchos los estímulos a recibir (colores, olores, movimiento de
cientos de hojas) y ahí, si quieres jugar, pues no te queda más remedio que
abstraerte de esos estímulos y concentrarte en la otra persona, es decir,
ejercitar la atención.
Mimo y paciencia, mucha paciencia
Otro aspecto que conviene vigilar es el autoestima de
nuestro hijo. Como él, involuntariamente y de forma natural, tiene ciertos
problemas para la convivencia, es posible que en clase intenten desplazarle, lo
tengan por pesado, o que incluso el profesor le suelte una de esas "es que
una cosa es ser hiperactivo y otra muy distinta es ser maleducado".
"Mi recomendación para los padres es que ayuden al niño
a potenciar su autoestima", comenta la psicopedagoga Mónica Florido.
"cualquier cosa que haga bien, aunque esta sea mínima o cualquier acto
voluntario del chico, debe ser premiado y propagado a los cuatro vientos".
Hay que intentar concienciar a todos los que rodeamos al
niño de que, sí, vale, con él hay que tener ración doble de paciencia, pero
merece la pena el esfuerzo, merece mucho la pena sacarlo adelante, porque es un
niño tan valioso como los demás, y que, además, si encuentra un campo donde
aplicar esa energía, una actividad que le absorba, puede destacar en eso.
Si no vigilamos que él esté animado y se sienta bien
acompañado de amigos, al problema de la hiperactividad le puede seguir el de la
rebeldía, el del desánimo, y el de "esto me pasa justamente por intentar
hacerte caso". Por eso, conviene no desesperar. La solución a este
problema está en la comprensión, en seguir un plan adecuado, y en mantenerlo en
el tiempo. Que no nos saquen de ahí.
"La primera regla que deben aprender los padres es el
cultivar la paciencia, no sólo para no pegar un grito ante niño, sino a la hora
de esperar resultados" explica Mónica Florido, del gabinete de
psicopedagogía INFANTIA. "Cualquier proceso que se lleve a cabo en un niño
con este déficit significa tiempo. Como nota diré que cuando trabajo con niños
con TDAH sé que vendrán a consulta por mucho tiempo. Llevo por ejemplo dos años
con dos chicos distintos y con tres sesiones semanales! Ha habido muchos
cambios en ellos pero el problema sigue ahí, es largo, sobre todo para los
padres, que en esto, como en todo, os merecéis mucho apoyo".