La rivalidad entre hermanos es
universal, y además es normal. Varias investigaciones muestran que la rivalidad
entre hermanos es señal de una familia sana. La falta de rivalidad entre
hermanos puede ser un síntoma de un hogar disfuncional o un hogar donde hay
mucho estrés; en estos hogares los niños tienden a juntarse buscando seguridad.
Los beneficios de la rivalidad
entre hermanos
Uno de los mayores beneficios
de la rivalidad fraterna es que le enseña a los niños a resolver conflictos. La
vida está llena de conflictos. Como adultos hemos (con suerte) desarrollado
técnicas para resolver estos conflictos de manera efectiva y civilizada. Una
forma de aprender esas técnicas es peleando con nuestro hermano menor y discutiendo
con nuestra hermana mayor.
Podemos aprender algunas
técnicas discutiendo con nuestros padres, pero no es lo mismo. Con los padres
uno aprende cómo tratar con la autoridad. Pero los hermanos son pares. Al
aprender a relacionarnos con ellos nos preparamos para relacionarnos con
nuestros amigos y parejas. Sólo se puede aprender resolución de conflictos si
hay conflictos. La rivalidad entre hermanos provee un espacio seguro y
supervisado para que los niños aprendan a resolver sus diferencias con otras
personas.
Otro beneficio que aprendemos
con la rivalidad fraternal, si se maneja bien, es afrontar las injusticias en
la vida. Esta es una lección muy importante y muy amarga. ¿Dónde aprendimos a
aceptar que las cosas no siempre se distribuyen equitativamente? Lo podemos
aprender de nuestros hermanos.
Ahora que sabemos qué logran
los niños con la rivalidad fraterna, podemos entender de qué manera, como
padres, podemos usar la relación entre nuestros hijos para ayudarlos a
convertirse en adultos sanos.
Ya que el fin de la rivalidad
entre hermanos es enseñarles a resolver conflictos, deberías dejar que tus
hijos resuelvan sus conflictos por sí solos. Deberías dirigirlos cuando es
necesario, pero la idea es que lo logren solos.
Qué debes hacer
Crea un ambiente donde los
niños estén motivados para resolver sus diferencias. Hay veces que no podrán
hacerlo solos, y entonces debes darles apoyo e ideas para que lleguen a un
acuerdo.
Por ejemplo: Tus hijos se
pelean por un juguete. Uno dice que el lo tenía primero. El otro dice que no
pudo jugar con él en todo el día y ahora es su turno. ¿Quién tiene razón? Es
imposible saberlo ¿Qúe puedes hacer?
Decirles que no sabes quién tiene
razón acerca del juguete, pero que si se pelean, los dos están equivocados.
Quítales el juguete y diles que se los darás cuando se hayan puesto de acuerdo
acerca de quién le toca jugar con él. Se sorprenderá de lo rápido que se
pondrán de acuerdo.
Qué no debes hacer
No trates de averiguar quién
empezó la pelea. La mayor parte de las veces no podrás hacerlo, y cualquier
intento sólo servirá para empeorar las cosas.
Generalmente, la culpa es de
los dos niños. Pelear con otra persona está mal. Una vez que comienza una
pelea, automáticamente los dos están equivocados. La causa de la pelea es
secundaria.
Qué debes vigilar
Tu trabajo como padre no es
resolver los problemas de tus hijos, sino enseñarles a resolverlos ellos
mismos. Deben aprender a ceder y a contemporizar. Son ellos los que deben
resolver y llegar a un compromiso, sin embargo hay cosas que uno debe vigilar.
Asegúrate que el compromiso es
razonable. No debes dejar que un niño domine a otro. Debes asegurarte que no
hay coacción.
Vigila al niño que es demasiado
bueno. Algunos niños evitan los conflictos por naturaleza. Ellos prefieren
ceder y ser "el bueno" antes que lograr lo que desean. A veces con un
hermano TDAH el hijo no TDAH toma el rol de “bueno”. Si uno de tus hijos es
así, debes vigilarlo.
No es bueno ceder
constantemente. No es bueno para el niño que cede porque le enseña a
convertirse en un blanco, a ser explotado. No es bueno para los otros niños
porque les enseña a aprovecharse de la bondad de otros. Debes asegurarte de que
los dos niños reciban algo.
Niños impulsivos o inflexibles
Algunos niños tienen problemas
específicos, como la impulsividad o son inflexibles. En estos casos deberás
intervenir más seguido, aunque, cuando sea posible, es preferible que los niños
resuelvan sus conflictos.
Adolescentes que pelean con los
hermanos menores
Hay dos razones muy comunes por
las que un niño mayor peleará con uno mucho menor. La primera es que él siente
que el niño menor le fue impuesto. Los padres usamos a nuestros hijos mayores
para que nos ayuden con los menores. Esto es bueno para ambos niños. Pero a
veces, el mayor puede sentir que es forzado a asumir un rol para el que no está
preparado. Cuando esto sucede el niño puede comenzar a pelear con su hermano
menor.
La segunda causa es que los
adolescentes son muy posesivos con sus cosas. Un niño de seis años puede no
entender esto. Los adolescentes necesitan su privacidad y ponen límites con sus
cosas. Esta necesidad es normal y es parte de su desarrollo. Cuando un niño
menor traspasa esos límites, habrá peleas.
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